JESUCRISTO ESTÁ VIVO, RESUCITADO, REAL Y VERDADERO; ámalo, adoralo, alábalo, bendícelo, creele, deja que se glorifique en tu vida, permítele ser tu Señor, DEJATE AMAR.
En la primera lectura de la liturgia de hoy, los apostoles con Pedro como cabeza, dan testimonio firme de Cristo Resucitado replicando al Sanedrín y diciendoles que tienen que anunciar lo que Dios quiere que sea anunciado, salen del sanedrín contentos por haber recibido ultrajes por Cristo.
En la segunda lectura, Juan nos cuenta lo que sintió en una visión donde desde los ángeles y santos hasta la creación alaban y bendicen al cordero de Dios.
En el evangelio, Jesús se vuelve a aparecer a sus discípulos de una manera familiar y cercana, despues de mostrarse a ellos diciendoles donde arrojar sus redes, los invita a sentarse, cocinar y comer, esta es la tercera vez que Jesús se muestra a sus amigos después de haber resucitado.
PRIMERA LECTURA.
SALMO RESPONSORIAL. Salmo 29.
SEGUNDA LECTURA. Lectura del libro del Apocalipsis 5, 11—14
EVANGELIO. Lectura del Santo Evangelio según San Juan 21, 1—19
En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás apodado el Mellizo, Natanael el de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros dos discípulos suyos.
Simón Pedro les dice: «Me voy a pescar.»
Ellos contestan: «Vamos también nosotros contigo.»
Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús.
Jesús les dice: «Muchachos, ¿tenéis pescado?»
Ellos contestaron: «No.»
Él les dice: «Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis.»
La echaron, y no tenían fuerzas para sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo que Jesús tanto quería le dice a Pedro: «Es el Señor.»
Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos cien metros, remolcando la red con los peces.
Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan. Jesús les dice: «Traed de los peces que acabáis de coger.»
Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red.
Jesús les dice: «Vamos, almorzad.»
Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor.
Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado.
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