¿Quienes somos y porqué lo somos?

Duitama-Boyacá
SOMOS UNA COMUNIDAD DE HOMBRES, MUJERES Y NIÑOS CATÓLICOS COMPROMETIDOS CON JESUCRISTO, CON LA IGLESIA Y SOBRE TODO CON LAS PERSONAS MÁS NECESITADAS DE DIOS. LLEVAMOS LA BUENA NUEVA DEL AMOR DE DIOS A DONDE SE NOS SOLICITA.
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"Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal deja de ser sal, ¿cómo podría ser salada de nuevo? Ya no sirve por lo que se tira afuera y es pisoteada por la gente. Ustedes son la luz del mundo, ¿cómo se puede esconder una ciudad asentada sobre un monte? Mt 5, 13-14"

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sábado, 10 de julio de 2010

Lecturas Santa Misa 11/07/2010

La comunidad misionera Sal de la Tierra ha decidido seguir a nuestro Señor Jesucristo, y como buenos samaritanos dejamos que el Espíritu Santo nos guíe y con nuestro corazón lleno de deseos de seguirle sin mirar atrás estamos dispuestos a ayudarle a nuestros hermanos, deja que el Espíritu Santo llene tu vida y las obras de misericordia se hagan vivas en todas tus acciones.

DOMINGO 15 DEL TIEMPO ORDINARIO «C»






PRIMERA LECTURA. Lectura del libro del Deuteronomio 30, 10‑14

SALMO 18.

SEGUNDA LECTURA. Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 1, 15‑20

EVANGELIO. Lectura del santo evangelio según san Lucas 10, 25‑37

En aquel tiempo, se presentó un maestro de la Ley y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?»
Él le dijo: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?»
Él contestó: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo.»
Él le dijo: «Bien dicho. Haz esto y tendrás la vida.»
Pero el maestro de la Ley, queriendo justificarse, preguntó a Jesús: «¿Y quién es mi prójimo?»
Jesús dijo: «Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayo en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó‑ de largo.
Pero un samaritano que iba de viaje, llegó a donde estaba él y, al verlo, le dio lástima, se le acercó, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacó dos denarios y, dándoselos al posadero, le dijo: «Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré a la vuelta.» ¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos?»
Él contestó: «El que practicó la misericordia con él.»
Díjole Jesús: «Anda, haz tú lo mismo.»

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