Domingo II de Adviento -- Ciclo B
Comienza la segunda semana de bello tiempo de espera que al concluir celebra la llegada de la salvación a este mundo, la llegada del Mesías, el Hijo de Dios. Hoy quisiera pedirles un grande favor, poner es sus oraciones los misioneros, las misiones y los sitios de misión a donde la comunidad misionera Sal de la tierra ha sido invitada este año. Oren mucho, oren con fe porque hay gran necesidad de Dios en muchos sitios; en sus oraciones incluyan:
P: Señor la mies es mucha y los trabajadores pocos.
R: Envía más obreros a tu mies
Hoy encendemos la segunda velita de la corona de adviento, que Dios los bendiga y los guarde
Primera Lectura: Isaías 40, 1-5. 9-11
Salmo 84
Segunda Lectura: 2 Pedro 3, 8-4
Evangelio: Marcos 1, 1-8
Este es el comienzo de la Buena Nueva de Jesucristo (Hijo de Dios). En el libro del profeta Isaías estaba escrito: «Mira, te voy a enviar a mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. Escuchen ese grito en el desierto: Preparen el camino del Señor, enderecen sus senderos.» Es así como Juan el Bautista empezó a bautizar en el desierto. Allí predicaba bautismo y conversión, para alcanzar el perdón de los pecados. Toda la provincia de Judea y el pueblo de Jerusalén acu dían a Juan para confesar sus pecados y ser bautizados por él en el río Jordán. Además de la piel que le ceñíala cintura, Juan no llevaba más que un manto hecho de pelo de camello. Su comida eran langostas y miel silvestre. Juan proclamaba este mensaje: «Detrás de mí viene uno con más poder que yo. Yo no soy digno de desatar la correa de sus sandalias, aunque fuera arrodillándome ante él.» Yo los he bautizado con agua, pero él los bautizará en el Espíritu Santo.»
P: Señor la mies es mucha y los trabajadores pocos.
R: Envía más obreros a tu mies
Hoy encendemos la segunda velita de la corona de adviento, que Dios los bendiga y los guarde
Primera Lectura: Isaías 40, 1-5. 9-11
Salmo 84
Segunda Lectura: 2 Pedro 3, 8-4
Evangelio: Marcos 1, 1-8
Este es el comienzo de la Buena Nueva de Jesucristo (Hijo de Dios). En el libro del profeta Isaías estaba escrito: «Mira, te voy a enviar a mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. Escuchen ese grito en el desierto: Preparen el camino del Señor, enderecen sus senderos.» Es así como Juan el Bautista empezó a bautizar en el desierto. Allí predicaba bautismo y conversión, para alcanzar el perdón de los pecados. Toda la provincia de Judea y el pueblo de Jerusalén acu dían a Juan para confesar sus pecados y ser bautizados por él en el río Jordán. Además de la piel que le ceñíala cintura, Juan no llevaba más que un manto hecho de pelo de camello. Su comida eran langostas y miel silvestre. Juan proclamaba este mensaje: «Detrás de mí viene uno con más poder que yo. Yo no soy digno de desatar la correa de sus sandalias, aunque fuera arrodillándome ante él.» Yo los he bautizado con agua, pero él los bautizará en el Espíritu Santo.»
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